Entorno urbano y monumentos
La villa es un pueblo apacible, pequeño y acogedor, de calles estrechas y recogidas. Se asienta sobre la falda de una pequeña ladera, donde en lo más alto se encuentra la iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Huertos, y que antes de ser portentosa iglesia pasó por ser sencilla ermita.
Se trata de de colosal edifico levantado a mediados del siglo XVI con recia sillería con contrafuertes y una torre a poniente que nunca terminó de construirse.
Sobre el muro sur destaca la esbelta y sencilla portada en severo trazo renacentista y sobre ella hay una placa de cerámica que reza “parroquia de N. ª S. ª de los Huertos”.
Pero realmente lo más valiosos de la iglesia es su interior, con su gran retablo mayor de estilo barroco sin policromar y que es único en la provincia de Guadalajara y uno de las más importantes.
Fue construido hacia 1730 y posee el estilo que tanto Churriguera como Ribera impregnaban en sus obras. Presenta tres cuerpos: el inferíos de apoyo; el de en medio de enormes columnas salomónicas mostrando dos repisas con las estatuas de San Pedro y San Pablo y en medio una hornacina con la talla románica-gótica de la Virgen de los Huertos, obra policromada de finales del siglo XIII o principios del XIV.
El cuerpo superior recubre toda la esfera de la bóveda, destacando una imagen de San Miguel con escudo; a sus lados dos ángeles, uno con guitarra y otro con vihuela y una talla de San Blas y otra de San Basilio.
Haciendo un paseo por el pueblo, descubrimos lugares que se mostrarán curiosos al viajero como algunas casas nobiliarias, entre las que destaca, en la plaza mayor, el antiguo caserón que fue propiedad del Cabildo de la Catedral de Cuenca, del que se muestra el escudo en su fachada que da a la plaza. Igualmente nos encontramos otra bonita casona en la misma plaza a escasos metros.
La larga Calle Mayor y en las empinadas calles sobresalen diversas casas de tradicional arquitectura popular de la zona con aleros tallados y portones dovelados.
También encontramos un buen número de rejas y obras de forja popular, principalmente de los siglos XVI al XVII.
Siguiendo por la Calle Mayor, y buscando la salida del pueblo, nos topamos con la ermita de San Roque del siglo XVI; frente a ella y en un pequeño altozano, se encuentra la picota como símbolo de villazgo y cerca la ermita de San Sebastián con el cementerio.